Recorro kilómetros con el tiempo
Tan sólo para poder ver esa puerta.
Subiendo tres instancias y
Caminando derecho hasta lo blanco
Ahí está.
La puerta un seiscientos,
En un recinto,
En una calle,
En una ciudad
Y en un país.
No me importa acelerar en la madrugada,
Con tan sólo llegar y abrir algo que llamo…
Paz.
Derrito y caigo
Porque la firmeza y la intensidad
Me emboban hasta no dar más.
Puedo sentirme nerviosa
Pero a la hora de tocar,
Todo ha quedado atrás.
Entonces es ahí
Donde mis prendas comienzan a volar
Hasta llegar a la libertad.
Fría, brillante e intensa
Donde se refugia cada hilo
Que va cayendo al compás.
Susurro en silencio y esa paz
Me atrapa aún más.
Me aprieta y me exista
Sin poder siquiera respirar.
Grito y respiro,
Y la paz envuelta con la libertad
Desesperan entrando más.
Un tibio calor en mis mejillas
Me demuestran que el hombre quiere más
Y yo,
Mirándolo le digo: “eres mi paz”.
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